10.3.10

La virtud del memorioso


“El tiempo no es sino el espacio entre nuestros recuerdos” Henri Frédéric Amiel, filósofo suizo.

El recuerdo es la evidencia más concreta de que uno ha vivido.
Son esos instantes en que te quedás colgado, tus ojos abiertos no ven, estás tildado, conciente, pero en otro lado. Tu cerebro funciona como una máquina del tiempo sin necesidad del DeLorean de “Volver al Futuro”.
Uno va por la vida viviendo, total, nada distingue a los recuerdos de los otros momentos. Sólo más tarde los reconocemos por sus cicatrices.

Es cierto que existen varias catalogaciones de ellos, los cuales, si me permiten, brutalmente dividiré en dos: los felices y los malos. Sepan disculparme pero no conozco a nadie que recuerde la vez que comió una naranja normal, ni muy rica ni muy fea, para dar un ejemplo exagerado y casi ridículo para ilustrar mi punto.

Es lógico que te acuerdes de las veces que te partieron el corazón, del día en que una persona importante en tu vida falleció o un hecho vergonzoso que quieras repeler, pero la memoria también funciona para acordarse de las mejores anécdotas que hayas podido vivir, ya sea una salida con tu grupo de amigos, reuniones familiares extraordinarias, momentos de amor total vividos con la pareja, etc.

Entonces: Un recuerdo, ¿es algo que uno tiene o algo que uno perdió?

Una persona me dijo: “Un recuerdo es algo que uno tiene de algo o alguien que perdió”. ¿Tener algo que se perdió? Suena contradictorio, ¿no?

Me voy a poner autobiográfico, total, en definitiva éste es mi blog, carajo. Recuerdo que mi abuelo paterno –fallecido en 1994- me enseñó las tablas de multiplicar. Yo me sentaba sobre su falda (como dice mi abuela) y él me las hacía repetir una y otra vez para luego preguntarme y revisar si mi cerebro había hecho contacto con los números. Eso es todo.

Para mí es un gran recuerdo de mi infancia, pero supongo que ustedes no lo ven como la gran anécdota de vida. Es una de esas cosas que el tiempo jamás pudo erosionar de mis neuronas, no así a las dichosas tablas, para ser sincero con ustedes.
No creo que sea algo que se perdió. Siento todo lo contrario. Estoy seguro que mis recuerdos vivirán conmigo para siempre, nunca los voy a poder soltar. Estoy convencido que son las únicas cosas que me llevaré de este mundo. Recuerdo aquel día en su casa de Lanús con la misma fuerza que el día en que mi viejo me dijo que mi abuelo había fallecido y yo me escondí debajo de la mesa de la cocina . Y ése es otro recuerdo del que jamás podré desprenderme. Y a mí me parece algo positivo. Malo sería no acordarme, ahí sí que hubiera perdido. Ese recuerdo es mío, no lo perdí, lo puedo reflotar cuándo y dónde quiera. Vive conmigo.

¿Cuántas veces les pasó intentar reconstruir una anécdota con alguien que participó en ella y ese otro no se acuerda? ¿Por qué creen que eso ocurre? Estoy seguro que nadie tiene la capacidad para elegir sus recuerdos. Este tipo de cosas simplemente suceden.
No hay dos personas iguales y eso se debe a que las personalidades son únicas. Quiero agregar que, y esto corre por mi cuenta, hay pocas cosas más alucinantes que alimentar un recuerdo con la remembranza de los otros protagonistas de la historia. Es un momento mágico y entrañable.

En definitiva, como dijo Sábato, “vivir consiste en construir futuros recuerdos”.

6 COMENTARIOS:

Anónimo dijo...

creo que es necesario recalcar la importancia del pasado como fuente de un presente vivo. un recuerdo es algo que uno perdioy por eso lo que uno tiene: lo que da la posibilidad de reparar encontrando nuevos objetos en el lugar generado por los objetos que fueron....como en los duelos...de novios, parientes etc....si uno niega lo perdido se anula el dolor...pero al mismo tiempo se mutila el espacio que habria quedado para reparalo con nuevos objetos.....como la pelicula de jeam carrey en eterno resplandor de una mente sin recuerdos.
te quiero amigo. gracias.

"eL teRcO" dijo...

Coincido.. aunque soy terco y me rehúso a denominar "pérdida" a un recuerdo.. me parece que algo que perdí es algo de lo que no me acuerdo, algo que viví pero no significó casi nada en mi vida..

2 cosas más: Se nota mucho quién estudió psicología y quién no.
Y lo segundo, ¿¿¿Jeam??? SE ESCRIBE JIM CARREY NENAA!

El post es dedicado a vos, MAGGY LUCARDI, precursora y puntapié inicial de la nota...

Alvaro Ithurbide dijo...

Buenísima la nota querido. En mi humilde opinión, concuerdo con El Terco de que no son cosas que uno perdió porque las tiene presentes todo el tiempo y es lo que le da la certeza a uno de que está vivo y tiene una historia. Y por más difuso que sea ese pasado, la historia de cada uno no es como sucedió, sino de la forma en que uno recuerda que haya sucedido. Saludetes

Anónimo dijo...

que buena nota negritoo y obvio que los comentarios d emi amiga magucchii
y que buena peli mi preferida el eterno resplandor!!
me cierra por todos ladoss

la pochitaa

Anónimo dijo...

Para mí el recuerdo es algo que se tiene. Recordar me resulta crecer, entender a mi misma y las cosas que me pasan. Soy resultado de la historia que vivo todos los días… los días buenos, los normales y los malos… Días cargados de recuerdos… estos que me ayudan a manejar situaciones futuras de mejores maneras… me enseñan a disfrutar momentos… y me muestran que vale la pena cada día, cada minuto, cada segundo. Cargar recuerdos es lo más intimo y lindo que hay. No imagino la posibilidad de alguien ansiar algo sin tener en cuenta sus recuerdos.

Cronopio dijo...

CONSERVACIÓN DE LOS RECUERDOS

"Los famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma: Luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala, con un cartelito que dice: «Excursión a Quilmes», o: «Frank Sinatra».
Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: «No vayas a lastimarte», y también: «Cuidado con los escalones.» Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras en las de los cronopios hay gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempre de los cronopios, y los famas mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio."

Julio Cortazar